jueves, 17 de noviembre de 2011

Alesia

La batalla de Alesia o el sitio de Alesia fue un enfrentamiento militar desarrollado en el mes de septiembre del año 52 a. C., en la región de la tribu gala de los mandubios, y que tuvo como escenario principal su capital, la fortaleza de Alesia. Estaba situada probablemente encima del monte Auxois, sobre la moderna Alise-Sainte-Reine, en Francia, si bien esta ubicación está discutida. En efecto, algunos autores han discutido que esta localización no concuerda con la descripción de la batalla por César, y se han presentado diversas alternativas de las que actualmente sólo Chaux-des-Crotenay (en Jura, Francia) es considerada como una alternativa posible. Sin embargo, los más recientes descubrimientos arqueológicos parecen confirmar la ubicación de Alise-Sainte-Reine como la más probable.
Esta batalla enfrentó a los ejércitos de la República de Roma dirigidos por Julio César, que contaba con la caballería al mando de Marco Antonio, y con legiones al mando de sus legados, Tito Labieno y Cayo Trebonio, entre otros, contra una confederación de tribus galas bajo el liderazgo de Vercingétorix, jefe de la tribu de los arvernos. Alesia fue la batalla clave que dio la victoria definitiva a los romanos frente a los galos en la larga Guerra de las Galias. El sitio de Alesia es considerado uno de las grandes éxitos militares de César e incluso en la actualidad es utilizado como un ejemplo clásico de sitio.
La batalla es descrita en detalle por numerosos autores contemporáneos incluyendo a César en sus Comentarios a la guerra de las Galias, Libro VII. Tras esta batalla, el líder rebelde fue capturado y la Galia fue definitivamente derrotada convirtiéndose en una provincia romana. El Senado romano se negó a otorgar a César los honores por sus victorias en las guerras gálicas siendo éste uno de los factores desencadenantes que condujeron a la guerra civil romana de los años 50-45 a. C.

Julio César llevaba en la Galia desde el año 58 a. C. Era habitual que los cónsules, los magistrados de mayor rango elegidos en Roma, al final de su año consular, fuesen elegidos por el Senado Romano como gobernadores de alguna de las provincias romanas. César fue nombrado gobernador de la Galia Cisalpina (la región entre los Alpes , los Apeninos y el Mar Adriático), e Ilírico (parte occidental de la Península Balcánica en la costa oriental del Mar Adriático), y, posteriormente y por muerte inesperada de su Gobernador, se le añadió la Galia Transalpina o Galia Narbonense ("Galia más allá de los Alpes"); al contar con un imperium proconsular, tenía autoridad absoluta en estas provincias.
Una a una, César fue derrotando a las tribus galas como la de los helvecios, los belgas o los nervios, y logró el juramento de alianza de otras muchas. El éxito de la guerra trajo consigo un aumento enorme de riqueza en la República en la forma de botín de guerra y de nuevas tierras sobre las que imponer impuestos. El propio César se hizo inmensamente rico puesto que, como general, se beneficiaba de lo obtenido por la venta de prisioneros como esclavos. A su vez, el éxito le trajo nuevos enemigos: El Primer Triunvirato, una alianza política informal con Pompeyo y Craso, llegó a su fin el 54 a. C., con las muertes de Julia, hija de Julio César y mujer de Pompeyo, y de Craso en Carras. Sin esta conexión político-familiar con Pompeyo, hombres como Marco Porcio Catón el Joven comenzaron una campaña política contra César, levantando las sospechas de corrupción y acusándole de querer proclamarse rey de Roma.

En el invierno del año 54 al 53 a. C., la tribu ya pacificada de los eburones, dirigida por Ambíorix, se rebeló contra la invasión romana y destruyó la Decimotercera legión dirigida por los generales Sabino y Lucio Aurunculeyo Cota (que no estaba emparentado con la familia de la madre de César, los Aurelios Cotas) en una emboscada planificada cuidadosamente. Este fue un importante golpe contra la estrategia de César en la Galia, puesto que con ello había perdido una parte de sus tropas y, lo que era más importante, el prestigio militar que le acompañaba, a lo que había que añadir que la situación política en Roma le impedía conseguir refuerzos. La rebelión de los eburones fue la primera derrota clara de los romanos en la Galia e inspiró los sentimientos tribalistas por toda la región. Le llevó casi un año entero, pero César logró retomar el control de la Galia y pacificar a las tribus. Sin embargo, el problema todavía no había terminado. Las tribus galas empezaban a darse cuenta de que sólo podrían conseguir derrotar a Roma manteniéndose unidas. Se convocó un concilio de dirigentes en Bibracte por iniciativa de los heduos, una tribu anteriormente leal a César. Sólo los remos y los lingones prefirieron mantener su alianza con Roma.
El concilio declaró a Vercingétorix, líder de los arvernos, comandante de los ejércitos unidos de la Galia. Los jefes galos decidieron que la insurrección empezaría cuando César estuviera en su Italia ocupado con la política romana. En cuanto a los heduos, estos prometieron unirse a la rebelión en el momento que consideraran causarían mayor impacto.[2]
Los galos esperaban lograr que para cuando César lograra regresar a la provincia ya habrían sublevado a toda la Galia Transalpina, haber invadido la Narbonense y derrotar una a una las guarniciones romanas.[2] El ejército galo contaba con 80.000 infantes y 15.000 jinetes al mando de Vercingétorix (las cifras son de César).[1] Según Julio César, la asamblea de jefes reunidos antes de Alesia pidieron los siguientes contingentes a cada tribu:[3





Alesia estaba situada en la cima de una colina rodeada por valles y ríos y contaba con importantes defensas. Dado que un asalto frontal sobre la fortaleza sería suicida, César consideró mejor forzar un asedio de la fortaleza para rendir a sus enemigos por hambre. Considerando que había cerca de 80.000 hombres fortificados dentro de Alesia junto con la población civil, el hambre y la sed forzarían rápidamente la rendición de los galos. Para garantizar un bloqueo perfecto César ordenó la construcción de un perímetro circular de fortificaciones. Los detalles de los trabajos de ingeniería se encuentran en los Comentarios de la Guerra de las Galias (De Bello Gallico) de Julio César y han podido ser confirmados por las excavaciones arqueológicas en la zona. Se construyeron muros de 18 km de largo y 4 metros de alto con fortificaciones espaciadas regularmente en un tiempo récord de 3 semanas. Esta línea fue seguida hacia el interior por dos fosos de cuatro metros y medio de ancho y cerca de medio metro de profundidad. El más cercano a la fortificación se llenó de agua procedente de los ríos cercanos. Asimismo, se crearon concienzudos campos de trampas y zanjas frente a las empalizadas con el fin de que su alcance fuese todavía más difícil, más una serie de torres equipadas con artillería y espaciadas regularmente a lo largo de la fortificación.[7]
La caballería de Vercingétorix a menudo contraatacaba los trabajos romanos para evitar verse completamente encerrados, ataques que eran contestados por la caballería germana que volvió a probar su valía para mantener a los atacantes a raya. Tras dos semanas de trabajo, la caballería gala pudo escapar de la ciudad por una de las secciones no finalizadas.[6] César, previendo la llegada de tropas de refuerzo, mandó construir una segunda línea defensiva exterior protegiendo sus tropas. El nuevo perímetro era de 21 km, incluyendo cuatro campamentos de caballería. Esta serie de fortificaciones les protegería cuando las tropas de liberación galas llegasen: ahora eran sitiadores preparándose para ser sitiados.[8]
Para entonces, las condiciones de vida en Alesia iban empeorando cada vez más. Con los 80.000 soldados y la población local había demasiada gente dentro de la fortaleza para tan escasa comida.[9

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