jueves, 17 de noviembre de 2011

Austerlitz

La Batalla de Austerlitz (también conocida como la Batalla de los Tres Emperadores) tuvo lugar el 2 de diciembre de 1805, en la pequeña población austríaca de Austerlitz a 5 km de la ciudad de Brno, en la actual República Checa. Fue una de las principales batallas de las Guerras Napoleónicas y es considerada por muchos como el mayor triunfo militar de Napoleón. La batalla se libró durante el período de la Guerra de la Tercera Coalición. En el conflicto participaron fuerzas del recientemente formado Primer Imperio Francés, contra los ejércitos del Imperio ruso y el Imperio austríaco. Tras unas nueve horas de combate, las tropas francesas al mando del Emperador Napoleón I lograron obtener una victoria decisiva sobre el ejército austrorruso, comandado por el zar Alejandro I. A pesar de las dificultades de la lucha en varios sectores, la batalla es a menudo considerada como una obra maestra táctica.
La batalla de Austerlitz terminó de manera efectiva con la Tercera Coalición. El 26 de diciembre de 1805, Austria y Francia firmaron el Tratado de Presburgo, que terminaba con la guerra y reforzaba los anteriores tratados de Campo Formio y de Lunéville, obligaba a Austria a ceder territorios a los aliados alemanes de Napoleón e imponía una indemnización de 40 millones de francos a los derrotados Habsburgos. A las tropas rusas se les permitió regresar a su país. La victoria de Austerlitz también permitió la creación de la Confederación del Rin, una colección de Estados alemanes que separaba a Francia del resto de Europa, como una barrera. En 1806, el Sacro Imperio Romano dejó de existir cuando el Sacro Emperador Romano, Francisco II, mantuvo el nombre de Francisco I de Austria como su único título oficial. Estos logros, sin embargo, no establecieron una paz duradera en el continente. Después de Austerlitz, la preocupación de Prusia ante la creciente influencia francesa en Europa Central desencadenó la Guerra de la Cuarta Coalición en 1806.

En marzo de 1802, Francia y el Reino Unido accedieron poner fin a las hostilidades con el Tratado de Amiens. Por primera vez en diez años, toda Europa se encontraba en paz. Sin embargo, existían muchos problemas entre los dos bandos, e implementar los acuerdos que se habían alcanzado en Amiens parecía ser un creciente reto. Los británicos se hallaban resentidos debido a la pérdida de todas sus conquistas coloniales desde 1793 y Francia se hallaba inconforme debido a que las tropas británicas no habían evacuado la isla de Malta. La tensa situación sólo empeoró cuando Napoleón envió una fuerza expedicionaria para sofocar la Revolución Haitiana. En mayo de 1803, Reino Unido declaró la guerra a Francia.
En diciembre de 1804, un acuerdo anglo-sueco condujo a la creación de la Tercera Coalición. El Primer Ministro británico, William Pitt mantuvo, entre 1804 y 1805 una gran actividad política, con el fin de formar una nueva coalición contra Francia. En 1805, Rusia y Gran Bretaña firmaron un tratado de alianza. El Mar Báltico se hallaba dominado por los rusos, muy a pesar de los británicos, ya que el dominio de dicho mar proveía a los rusos de bienes tales como leña, alquitrán y cáñamo, recursos cruciales para el Imperio Británico. Además, los británicos apoyaban al Imperio otomano contra las incursiones rusas hacia el Mar Mediterráneo. Mientras tanto, los reacomodos territoriales franceses en Alemania acontecieron sin consultar a Rusia y las anexiones de Napoleón en el valle del Po debilitaron las relaciones entre los dos países. Habiendo sido derrotada recientemente en dos ocasiones por Francia, y sedienta de venganza, Austria también se unió a la coalición unos meses después.

El ejército ruso en 1805 tenía muchas características de la organización del viejo régimen: no había formación permanente por encima del nivel regimental, los oficiales veteranos eran reclutados de los círculos aristocráticos, y el soldado ruso común, apegado a la costumbre del siglo XVIII, era regularmente golpeado y castigado con el fin de disciplinarlo. Además, muchos oficiales de bajo nivel estaban pobremente entrenados y tenían dificultad en dirigir a sus hombres, especialmente en complejas maniobras requeridas en batalla. Sin embargo, los rusos contaban con artillería de primera calidad, manejada por hombres que por lo regular luchaban para evitar que estas armas cayeran en manos enemigas.
El Archiduque Carlos, hermano del emperador austríaco, había iniciado una serie de reformas en el ejército austríaco en 1801, quitando poder y atribuciones al Hofkriegsrat, el concilio político-militar responsable de la toma de decisiones dentro de las fuerzas armadas austriacas. Sin embargo, el archiduque no era popular en la corte real y perdió mucha de su influencia cuando, en contra de su consejo, Austria declaró la guerra a Francia. Karl Mack se convirtió en el principal comandante del ejército austriaco, instituyendo reformas en la infantería en vísperas de la guerra, que establecían que un regimiento debía estar compuesto por cuatro batallones de cuatro compañías cada uno, en lugar de la anterior organización que consistía en tres batallones de seis compañías cada uno. El cambio repentino se dio sin el entrenamiento de oficiales correspondiente, y como resultado, éstas nuevas unidades no fueron comandadas tan bien como pudieron haber sido. Las fuerzas de caballería austriacas se consideraban como las mejores de Europa, pero la separación de numerosas unidades de caballería para incorporarse a varias formaciones de infantería impidió que desplegaran su verdadero poder para enfrentarse con sus enemigos franceses.

La parte norte del campo de batalla estaba dominado por las colinas de Santon, de 210 metros, y de Zuran, de 260 metros. Al oeste de éstas dos colinas se encontraba la villa de Bellowitz (Bedřichovice), y entre las dos corría un arroyo, de nombre Bosenitz, cuya corriente se dirigía al sur, para encontrarse con el arroyo Goldbach (Zlatý potok). Al centro de toda esa área se encontraba la colina de Pratzen (Pratecká výšina), de alrededor de 40 metros de altura. Se dice que Napoleón dijo repetidamente a sus mariscales: «Caballeros, examinen este territorio con cuidado, será un campo de batalla, y ustedes jugarán un papel en él»

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