jueves, 17 de noviembre de 2011

La ofensiva de tet

 ofensiva del Tet fue una operación militar planificada por el gobierno de Vietnam del Norte y ejecutada por el EVN, (Ejército de Vietnam del Norte) y el Vietcong en 1968 contra las fuerzas aliadas lideradas por Estados Unidos, especialmente el ARNV, (Ejército de Vietnam del Sur), durante la guerra de Vietnam.
La planificación de la ofensiva fue meticulosa y la ejecución bien realizada;[cita requerida] pero los resultados militares resultaron desastrosos; no así las consecuencias políticas, especialmente en Estados Unidos. La gran cantidad de soldados norteamericanos muertos durante la ofensiva, unos 1000, no fue digerido por el pueblo estadounidense. El rechazo a la guerra en Estados Unidos se acrecentó y ello supuso un giro de la guerra hacia la derrota de la coalición. Algunos autores consideran que se trató de una derrota táctica, ya que además de morir decenas de miles de combatientes norvietnamitas, perdieron la totalidad de lo conquistado. Sin embargo, se considera que fue una victoria estratégica debido al ulterior cambio que provocó en la estrategia militar norteamericana.

Para tener ocupadas a las tropas estadounidenses y vietnamitas y lograr una gran sorpresa Hanoi preparó tres grandes operaciones:[cita requerida]
  • Campaña diplomática ofreciendo nuevas propuestas de paz que desconcertaron al equipo del presidente Lyndon B. Johnson sobre lo que realmente estaban preparando.
  • La fecha para lanzar la operación fue escogida meticulosamente: En esos días muchos soldados del Sur estarían de permiso.
La CIA y otros servicios habían percibido algunos de estos síntomas y habían informado de ello, pero los informes no fueron tenidos lo suficientemente en cuenta por incompletos.

El 30 de enero soldados comunistas comenzaron a infiltrarse entre los campesinos de seis provincias distintas para después atacar edificios gubernamentales y cuarteles con armas portátiles y granadas de mortero. Se puso en alerta a todas las fuerzas estadounidenses y se pensaba hacer volver a las vietnamitas, pero por la noche la mayoría de los infiltrados habían caído o habían sido hechos prisioneros, por lo que se creyó que aquello no eran los preludios de la gran ofensiva anunciada por los servicios de inteligencia.
La noche del 30 y el día 31, de repente, 84.000 combatientes, comandados por los dirigentes Chi Fu Lua y Ho Chi Min reanudaron los ataques por todo el país. Al día siguiente, 1 de febrero, los comunistas ya estaban dentro de Saigón, habían atacado 36 de las 44 capitales de provincia, cinco de las seis ciudades autónomas y 64 de las 242 capitales de distrito. Durante los fuegos artificiales o poco después fueron atacados los principales cuarteles, la Junta de Jefes, la Emisora Nacional de Radio, el cuartel general del ARNV y varias embajadas. Pero una de la que más repercusiones ocasionó posteriormente fue el asalto a la embajada de Estados Unidos por un comando de 19 vietcongs.
La ciudad imperial de Vietnam, Huế, quedó totalmente en poder de los comunistas. Incluso las zonas consideradas seguras también fueron atacadas. Así la provincia costera al sur de Saigón fue tiroteada, el hospital acribillado y varias granadas impactaron junto al edificio.
En el resto del país los guerrilleros se atrincheraban en las posiciones tomadas y aguardaban el contraataque con todas las armas a su alcance.
La sorpresa fue casi total,[cita requerida] pese a las sospechas fundadas que había. El ejército de Vietnam del Sur estaba sintiéndose desbordado; pero aún los oficiales incompetentes seguían fuera de sus puestos, sin dirigir las operaciones. No obstante, para los estadounidenses aquellos ataques constituían una oportunidad de descargar su inmensa potencia de fuego sobre un enemigo atrincherado en lugar de oculto entre la maleza. Esta situación no estaban dispuestos a desaprovecharla.

El 30 de enero soldados comunistas comenzaron a infiltrarse entre los campesinos de seis provincias distintas para después atacar edificios gubernamentales y cuarteles con armas portátiles y granadas de mortero. Se puso en alerta a todas las fuerzas estadounidenses y se pensaba hacer volver a las vietnamitas, pero por la noche la mayoría de los infiltrados habían caído o habían sido hechos prisioneros, por lo que se creyó que aquello no eran los preludios de la gran ofensiva anunciada por los servicios de inteligencia.
La noche del 30 y el día 31, de repente, 84.000 combatientes, comandados por los dirigentes Chi Fu Lua y Ho Chi Min reanudaron los ataques por todo el país. Al día siguiente, 1 de febrero, los comunistas ya estaban dentro de Saigón, habían atacado 36 de las 44 capitales de provincia, cinco de las seis ciudades autónomas y 64 de las 242 capitales de distrito. Durante los fuegos artificiales o poco después fueron atacados los principales cuarteles, la Junta de Jefes, la Emisora Nacional de Radio, el cuartel general del ARNV y varias embajadas. Pero una de la que más repercusiones ocasionó posteriormente fue el asalto a la embajada de Estados Unidos por un comando de 19 vietcongs.
La ciudad imperial de Vietnam, Huế, quedó totalmente en poder de los comunistas. Incluso las zonas consideradas seguras también fueron atacadas. Así la provincia costera al sur de Saigón fue tiroteada, el hospital acribillado y varias granadas impactaron junto al edificio.
En el resto del país los guerrilleros se atrincheraban en las posiciones tomadas y aguardaban el contraataque con todas las armas a su alcance.
La sorpresa fue casi total,[cita requerida] pese a las sospechas fundadas que había. El ejército de Vietnam del Sur estaba sintiéndose desbordado; pero aún los oficiales incompetentes seguían fuera de sus puestos, sin dirigir las operaciones. No obstante, para los estadounidenses aquellos ataques constituían una oportunidad de descargar su inmensa potencia de fuego sobre un enemigo atrincherado en lugar de oculto entre la maleza. Esta situación no estaban dispuestos a desaprovecharla.

A fines de enero de 2008 se cumplió el 40 aniversario de un evento que sorprendió al mundo, cambió el curso de la historia, y sigue preñado de lecciones para nuestros días. En las primeras horas del 31 de enero de 1968, soldados del Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur y el Ejército de Vietnam del Norte lanzaron lo que llegó a ser conocido como la Ofensiva del Tet (Coincidió con Tet Nguyen Dan, el nuevo año lunar) contra los ocupantes estadounidenses y su gobierno títere.

Los insurgentes atacaron simultáneamente en todo el país, en más de cien ciudades y localidades, de Pleiku en las tierras altas a Danang en la costa, de Khe Sanh en el norte al Delta del Mekong en el extremo sur. El historiador estadounidense Stanley Karnow describe la Ofensiva del Tet como una ‘ofensiva sorpresa de extraordinaria intensidad y de sorprendente alcance... que por primera vez llevó audazmente la guerra de su marco rural a una nueva arena – las áreas urbanas supuestamente impregnables de Vietnam del Sur.’ Al ser atacadas las comisarías, los barracones militares, prisiones y oficinas gubernamentales, sólo las bases fuertemente fortificadas de EE.UU. se mantuvieron seguras, y los insurgentes rompieron incluso los muros en algunas de ellas. Lo más espectacular fue cuando un grupo de 19 comandos se abrió paso hasta el complejo de la embajada de EE.UU. en Saigón, donde resistió durante seis horas y media – tiempo suficiente para que las imágenes de su rebeldía fueran transmitidas a todo el mundo.

Hue, la antigua capital y tercera ciudad del sur por su tamaño, fue sólo recapturada por EE.UU. después de veinticinco días de feroces combates casa por casa. Ambos lados cometieron allí atrocidades contra la población civil y, al terminar la batalla, 116.000 de la población de la ciudad de 140.000 fueron dejados sin vivienda. EE.UU. había perdido 216 soldados; sus oponentes entre 3.000 y 5.000.

En todo el país, las pérdidas del FLN y de los norvietnamitas alcanzaron proporciones aterradoras. Tal vez haya muerto una mitad – 45.000 – de los soldados involucrados en la ofensiva inicial. Lo que es más, no pudieron conservar ninguna parte del terreno que habían capturado. El objetivo había sido precipitar un levantamiento popular en el sur. Cuando no se materializó – en parte porque el Partido Comunista era débil entre los trabajadores urbanos – prevaleció el armamento superior de EE.UU.

En su notable novela, “The Sorrow of War,” el escritor vietnamita (y veterano del conflicto) Bao Ninh, describe la terrible retirada de Saigón de los insurgentes, perseguidos por tierra y aire por las fuerzas de EE.UU., arrastrando en camillas a sus heridos a través de las montañas, la maraña selvática y el terreno convertido en polvo por los B52. En menos de una quincena fueron rodeados dos veces, y dos veces rompieron el cerco, combatiendo intrépidamente... Carecían de alimentos y sus unidades habían sido despedazadas...’

La contraofensiva de EE.UU. fue feroz e indiscriminada. Las áreas urbanas en manos del FLN fueron pulverizadas. Dentro de dos semanas, 630.000 civiles vietnamitas se convirtieron en refugiados. El 7 de febrero, cuando EE.UU. recapturó el terreno baldío que había sido Beltre, la ciudad del delta del Mekong, un mayor estadounidense explicó a la prensa: ‘Fue necesario destruir la ciudad para salvarla.’ Poco después, mientras purgaban Saigón de presuntos colaboradores, el general Ngoc Lona, jefe de la policía nacional de Sudvietnam fue filmado mientras asesinaba calmadamente a un prisionero maniatado disparándole en la cabeza. Esta imagen también circuló por el mundo, debilitando aún más las afirmaciones estadounidenses de su intención moral. Lo peor aún no había pasado – aunque el público no lo supo hasta dos años después – cuando, el 16 de marzo, soldados de EE.UU. entraron en la aldea de My Lai y masacraron a 500 campesinos desarmados, en su mayoría mujeres y niños.

La Ofensiva del Tet es descr

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