jueves, 17 de noviembre de 2011

waterloo

Batalla de Waterloo (francés: watɛʁ'lo), combate librado entre el ejército francés comandado por el emperador Napoleón Bonaparte frente a las tropas británicas, holandesas y alemanas dirigidas por el duque de Wellington y el ejército prusiano del Mariscal de Campo Gebhard Leberecht von Blücher, cerca de la ciudad de Waterloo (Bélgica), el 18 de junio de 1815.
Tras la vuelta del Emperador de su exilio en la isla de Elba, y al reunirse la Séptima Coalición contra él, Napoleón decide invadir los Países Bajos donde se están reuniendo tropas de la Coalición. Se enmarca dentro de los denominados Cien Días (véanse las Guerras Napoleónicas).
Se considera como parte de la Campaña de Waterloo todos los combates que van desde los primeros encuentros entre las tropas francesas con los destacamentos prusianos el 15 de junio, hasta la retirada final del ejército francés el día 18. Incluyendo dentro de su contexto los combates librados en el pueblo de Ligny, en Quatre Bras, Wavre y el monte Saint-Jean (que ha venido denominándose también como Waterloo).

El 26 de febrero Napoleón huye de la isla de Elba donde estaba exiliado. El 13 de marzo, al enterarse de la noticia se reúne de nuevo el Congreso de Viena donde se le declara proscrito y se decide reunir nuevamente una alianza para capturarle, quedando así formada la Séptima Coalición.
Una semana después Napoleón llega a París donde recibe de nuevo el apoyo del pueblo y acuden a él todos los oficiales y soldados de la Grande Armée. Ante la situación Luis XVIII se marcha, Napoleón se proclama por segunda vez emperador.
La nueva coalición formada por Austria, Rusia, Gran Bretaña y Prusia empieza a desplegarse en los Países Bajos, es cuando Napoleón decide atacar, consciente de la necesidad de detenerles antes de que vuelvan a unirse todos los ejércitos. El 12 de junio se dispone a dinamitar la coalición y tomar Bruselas.

La invasión de los Países Bajos

La principal causa por la que Napoleón optó por una estrategia ofensiva, fue por los posibles efectos que un éxito repentino podría producir. Por un lado una victoria aplastante podría atraer de golpe la opinión pública francesa a la causa de Napoleón y hacer que se viniese abajo la determinación de la coalición. Por otra parte la derrota de los aliados atraería con toda seguridad una revolución a su favor en Bélgica, donde tenía muchos partidarios, que sería a su vez una nueva fuente de reclutas. Además del declive militar de Wellington que podría atraer el gobierno tory de lord Liverpool en un gobierno que tal vez sería más proclive a firmar la paz. Y por último, podría aprovechar para concentrar un ejército para hacer frente a los austríacos y los rusos.
Pero lo que inclinó la balanza definitivamente era la sabida existencia de discrepancias políticas entre Inglaterra y Prusia. De hecho, debido a estas diferencias, cada uno de los ejércitos tenía sus propias rutas de suministros en lugar de una compartida. La ruta de los aliados partía de Bruselas, pasando por Ninove y Alost, hasta llegar a Ostende y la Manche. La de los prusianos salía de Lieja y se adentraba en Alemania central. Un ataque repentino podía obligar a uno de los bandos a retirarse siguiendo su propia línea de comunicación. Si Napoleón aprovechaba la brecha que los separaba, que en un principio era ya de 75 kilómetros (distancia entre ambos cuarteles generales), podría aislar a cualquiera de los dos y atacarlos por separado. Pues era claro que ninguno de los dos ejércitos por separado sería capaz de valerse con la poderosa Armée du Nord: un ejército rápido, poderoso, con unas tropas experimentadas y con sed de venganza, y dirigidas por el que ha sido uno de los mejores estrategas de la Historia.
Las tropas francesas empezaron a movilizarse el 6 de junio y prácticamente ya habían tomado posiciones el 14 de junio.

 

La última fase de la batalla se inicia a las 11:30, cerca de Waterloo, donde Wellington responde al ataque frontal de Napoleón, mientras espera a los prusianos, que avanzan lentos a causa de la lluvia. Durante esa decisiva mañana los dos comandantes principales dieron arengas a los suyos y repartieron ginebra, galletas y carne, caso de Wellington, y coñac, caso de Napoleón, el cual estaba en mal estado por una cistitis. Por otra parte, a las 16.00, en Wavre, Grouchy persigue a los prusianos que habían huido y no puede socorrer a las diezmadas fuerzas de Napoleón.
En Waterloo, Wellington tenía la granja fortificada de Hougoumont anclando su flanco derecho, y varias otras granjas a su izquierda. Napoleón notó este gran problema antes incluso de que la batalla comenzase. Sin estar seguro de la situación del ejército prusiano desde la lucha en Ligny dos días antes, Napoleón estaba totalmente convencido de la necesidad de empezar el asalto a las posiciones de Wellington con el arma más temida de la época, la artillería de campo francesa. Su entrada en fuego fue retrasada por unas horas hasta que el suelo empapado por la tormenta de la noche anterior se hubiese secado lo suficiente para soportar el peso de las armas. El barro también estorbó a la infantería y la caballería mientras se colocaban en posición. Cuando finalmente la artillería francesa abrió fuego sobre las posiciones de Wellington a las 11:35, el esperado impacto en las tropas aliadas fue minimizado por el terreno embarrado y blando que absorbía el impacto de muchas de las dañinas balas de cañón. Además, Wellington había desplegado a la mayoría del ejército aliado detrás de la cima, para proteger a sus tropas de la esperada cortina de fuego.

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